Pruebas para PIF felina: cómo se diagnostica correctamente
- CUREFIP.COM

- 17 jun
- 4 Min. de lectura
La Peritonitis Infecciosa Felina (PIF) es una enfermedad que a menudo se considera una pesadilla tanto para los gatos como para sus dueños. Lo más preocupante no es solo su rápida y extensa propagación.

Incluso determinar si el michi realmente tiene PIF o si sufre de otra enfermedad no es nada fácil. A día de hoy, no existe una única prueba que pueda ofrecer una respuesta definitiva sobre si un gato es positivo o no a la PIF.
En su lugar, el veterinario debe construir un diagnóstico basado en los síntomas, resultados de laboratorio, e incluso mediante imágenes avanzadas o análisis de tejidos.
Si tienes curiosidad sobre cómo saber si mi gato tiene PIF, en Cure FIP hemos preparado una guía sencilla e informativa. ¡Sigue leyendo!
¿Por qué es difícil diagnosticar la PIF?
El diagnóstico de PIF es complicado porque sus síntomas se parecen mucho a los de otras enfermedades, especialmente en etapas tempranas. Los signos comunes como la pérdida de peso, fiebre y letargo no son exclusivos de la PIF, y pueden presentarse también en otros cuadros clínicos.
Además, existen cuatro tipos de PIF: húmeda, seca, ocular y neurológica. Cada una presenta síntomas diferentes, lo que complica aún más el diagnóstico.
Por eso, normalmente se requieren varios tipos de pruebas para PIF, y su interpretación debe realizarse con mucha atención.
4 tipos de pruebas para ayudar a diagnosticar la PIF en gatos
Reconocer los síntomas generales y clínicos que presenta el gato es el primer paso que deben tomar los cuidadores. Después de eso, puedes llevar a tu michi al veterinario para que se realicen más estudios.
Estas son las cuatro pruebas principales que pueden ayudar a identificar la PIF.
Análisis de sangre: primera pista
El paso más común es realizar un hemograma completo (CBC) y pruebas bioquímicas.
Esto permite tener una visión general del estado de salud del gato y puede revelar señales tempranas de que algo no va bien.
Algunos indicadores que pueden apuntar a la PIF son:
niveles bajos de albúmina (un tipo de proteína en sangre),
niveles altos de globulina (otra proteína que suele aumentar con inflamación),
anemia (bajo recuento de glóbulos rojos, que puede causar debilidad),
leucocitosis (elevado número de glóbulos blancos, lo que indica infección o inflamación),
y una baja relación A/G (albúmina/globulina).
Si esta relación cae por debajo de 0,5, la sospecha de PIF aumenta.
Aunque estos resultados no confirman la enfermedad, sirven como señales de alerta y ayudan al veterinario a decidir si se deben hacer pruebas adicionales.
Pruebas específicas: prueba de Rivalta
Si tu gato presenta acumulación de líquido en el abdomen o en el pecho —uno de los signos clásicos de PIF húmeda—, el veterinario podría extraer una muestra de este líquido y realizar la prueba de Rivalta.
Esta prueba sencilla ayuda a determinar si el líquido es causado por una inflamación como la PIF o por otras causas, como problemas cardíacos.
Un resultado positivo en Rivalta sugiere una alta probabilidad de PIF.
Un resultado negativo reduce esa probabilidad, pero no la descarta por completo.
Imagenología: radiografías y ecografías
Si el gato no muestra señales claras de PIF húmeda (como el abdomen inflamado por líquido), el veterinario puede recomendar pruebas de imagen como radiografías o ecografías.
Estas herramientas ayudan a:
detectar acumulaciones de líquido ocultas,
observar agrandamiento de órganos como el hígado, riñones o ganglios linfáticos,
examinar posibles inflamaciones en la cavidad torácica o abdominal.
La imagenología es especialmente útil en casos de PIF seca, donde los síntomas pueden ser vagos o estar ocultos.
Pruebas confirmatorias: biopsia, IHC y PCR
Para confirmar el diagnóstico de PIF, se puede realizar una biopsia. Esto implica tomar una muestra de tejido de algún órgano o ganglio linfático y enviarla al laboratorio.
En el laboratorio se usa una técnica llamada IHC (inmunohistoquímica) para buscar directamente el virus de la PIF en las células del tejido.
Sin embargo, la biopsia presenta algunas desventajas:
requiere anestesia,
su costo es alto,
y los resultados pueden tardar en llegar.
Por estas razones, solo se realiza si es estrictamente necesario. La mayoría de los veterinarios se basa en pruebas complementarias sólidas junto con los síntomas clínicos.
Otra opción es la prueba PCR. Esta técnica busca material genético del virus FCoV en líquidos o tejidos. Si se encuentra una cepa mutada asociada a la PIF, los resultados son más certeros.
Aun así, no es 100% concluyente. Muchos gatos sanos pueden portar el virus FCoV común, por lo que un resultado positivo no significa necesariamente que el gato tenga PIF.
Por eso el veterinario debe considerar estos resultados en conjunto con los síntomas clínicos y la historia del gato antes de emitir un diagnóstico de PIF definitivo.
Importancia del diagnóstico diferencial
La PIF se puede confundir con otras enfermedades como el linfoma, el virus de inmunodeficiencia felina (FIV), la toxoplasmosis y la leucemia felina (FeLV).
Por eso es fundamental descartar otras patologías antes de diagnosticar a un gato con PIF. Pruebas adicionales como el test combinado FeLV/FIV, radiografías o ecografías a menudo son necesarias para evitar errores en el diagnóstico.
Conclusión
La PIF es una enfermedad compleja que puede imitar a muchas otras. Por ello, se necesita una combinación de pruebas para PIF, observación de síntomas clínicos y evaluación del estado general del gato para lograr un diagnóstico certero.
Por suerte, hoy en día muchos gatos diagnosticados con PIF pueden recibir tratamiento con GS-441524. Este medicamento puede detener la propagación del virus y ofrece una esperanza real de recuperación.
Si sospechas que tu gato podría tener PIF, no pierdas la esperanza. Puedes contactar al equipo de Cure FIP por WhatsApp para recibir la dosis adecuada y acompañamiento especializado durante el tratamiento.




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